(Febrero 2009).- El Foro Social Mundial sesionó en Belem, Brasil, entre el 25 de enero y 1 de febrero de este año. En ese marco de miles de participantes de todo el planeta, se concretaron dos importantes reuniones, la de la Coordinadora de Trabajadores Judiciales del Cono Sur, y la del Grupo de Trabajo del Encuentro Sindical de Nuestra América. En representación que en esos espacios tiene la FJA, participó Rafael Rubio, secretario de Relaciones Internacionales de nuestra organización, quien tuvo una larga conversación informativa en la oficina de redacción de la Federación, a los fines de su divulgación a todos los compañeros. He aquí los momentos más sustanciosos de sus declaraciones:
El Foro Social Mundial realizado en Belem, Brasil, fue una continuidad con particularidades de Foros anteriores donde se reúnen un conglomerado heterogéneo de organizaciones de distintito tipo que van desde la socialdemocracia hasta la izquierda anticapitalista que, con diferentes grados de profundidad, tienen un denominador común que es el cuestionamiento al modelo neoliberal. Dada esa enorme heterogeneidad, en muchos casos el Foro es un escenario de debates, de puesta al día de las luchas en el mundo, pero lo que no surge es la unidad concreta en lo político para confrontar con este modelo y plantear la alternativa socialista.
Sin embargo, por sectores -ambientalistas, los que pelean por los derechos de la mujer, los de los pueblos originarios o, en nuestro caso, una parte del movimiento sindical- logramos unificar criterios y disponer acciones con miras al futuro.
Este Foro, no obstante, tuvo varias particularidades: la presencia de varios presidentes latinoamericanos, se realizó en el marco de la crisis capitalista, en el de una ofensiva del capitalismo contra los trabajadores y los pueblos, y en el marco del genocidio contra el pueblo palestino por parte del Estado terrorista de Israel, apoyado por el gobierno norteamericano, el silencio cómplice de Obama y de los gobiernos de derecha de Europa, y la tolerancia de la CSI (Confederación Sindical Internacional) que no ha tenido una definición contundente en este y otros temas.
Pues bien, en este contexto, la presencia de los presidentes, con el nivel de definiciones que tuvieron varios de ellos, marcó un elemento muy distintivo. Por ejemplo, que el presidente Correa de Ecuador plantee la refundación de la OEA, para que sea una Organización de Estados Latinoamericanos, sin la presencia de Canadá y Estados Unidos, pero sí con la presencia de Cuba, es un hecho muy fuerte. Y que Evo Morales plantee que él no es un invitado sino que es parte de ese conglomerado social, político y cultural reunido en el Foro y que su gobierno es producto de los debates y acuerdos de los Foros anteriores, no es una cuestión menor, más aun cuando se ha planteado la refundación del Estado y de la sociedad boliviana.
Esto le ha marcado un signo distintivo muy fuerte al encuentro e indica que el latinoamericano es el principal escenario de confrontación al neoliberalismo y ofrece la mejor perspectiva para construir una alternativa socialista en el siglo 21.
Durante el Foro, se reunió la Coordinadora de Trabajadores Judiciales del Cono Sur. Estamos muy orgullosos de haberla construido a principios de los 90 junto a los compañeros de Brasil, Uruguay, con la participación circunstancial de Paraguay y otros países. Habíamos visto la necesidad de empezar a unir a los trabajadores desde los sindicatos judiciales para discutir y enfrentar a esa ofensiva neoliberal en esa década, que también tenía como escenario a los Poderes Judiciales con las reformas que impulsaban e impulsan el Banco Mundial y el BID para poner a tono a los Poderes Judiciales con la apertura económica, las privatizaciones, desregulaciones, flexibilización, etc., que tiñeron esa etapa. Era un momento de derrota del movimiento popular y de la clase trabajadora. Desde entonces tuvimos una continuidad, con un encuentro muy importante que fue en Buenos Aires a propósito de los 50 años de la FJA, y luego en este Foro Mundial.
En Belem instalamos el debate sobre el tema Justicia, que para nosotros es trascendente, y comprobamos que hay perspectivas ciertas de ampliación de la Coordinadora: hay judiciales de Ecuador y de Nicaragua que se van probablemente a incorporar, y estamos trabajando para que los compañeros paraguayos se integren plenamente máxime cuando hay un gobierno progresista en su país.
Fue un encuentro importante con mucha presencia de los compañeros del Brasil, de la FENAJUFE, que organiza a alrededor de 100.000 judiciales federales, y donde básicamente, hubo debates sobre tres ejes temáticos: el primero fue la violencia laboral, un flagelo que no tiene fronteras, que deriva de la misma estructura vertical y autoritaria del Poder Judicial. No es la violencia solo producto de una psicosis de algunos jefes, sino que sobre todo es producto de la misma estructura de ese Poder que, en sí mismo, es violento porque tiene como objetivo plasmar las decisiones del Ejecutivo y de los poderes que se expresan en los gobiernos, es coercitivo, ejerce el control social, la judicialización de la protesta social, y debe garantizar en la sociedad capitalista la seguridad jurídica del capital. Por lo demás, su estructura es eminentemente antidemocrática y, por ende, las relaciones laborales son violentas. Es decir, estamos ante un debate que va mucho más allá de los aspectos técnicos: tiene que ver con los contenidos y estructuraciones de los Poderes Judiciales y al rol que cumplen. Las relaciones laborales al interior son derivadas de esa condición.
Las conclusiones han sido similares entre los miembros de la Coordinadora: los Poderes Judiciales son impermeables a la voluntad popular, es decir, sus magistrados por lo general son desconocidos por el pueblo, ellos no lo nombran, ni siquiera los conocen. Es el Poder más monárquico de la democracia liberal. Los ejecutivos y Legislativos son poderes que se someten a la voluntad popular con todas las limitaciones de esa democracia, pero el PJ ni eso, su estructura es sumamente rígida, patriarcal, autoritaria, los jueces creen que los trabajadores son siervos de la gleba, que no pensamos ni tenemos libertad para manejarnos y tomar decisiones. De alguna manera, el PJ es predemocrático, su estructura y orientación es previa a la Revolución Francesa. Acordamos entonces en ese debate que, a través de nuestros respectivos centros de estudio, intercambiemos experiencias para avanzar y pasar a la ofensiva impulsando leyes y acciones acordes con las características de cada país, que prevengan y sancionen la violencia laboral. En Argentina solo dos provincias la tienen y mal reglamentadas.
Si la vida de un trabajador trascurre mayoritariamente en el mundo del trabajo y si ese mundo es hostil, agresivo y nocivo, lo estamos condenando a una mala vida. Y esto queda impune, no hay mecanismos que lo corrijan o sancionen.
En la Coordinadora quedamos en trabajar sobre eso como una forma de atacar también la lógica autoritaria que tiene el capitalismo en las relaciones laborales, pero en nuestro caso, con la particularidad que tienen en el Poder Judicial.
El segundo tema fue el de la integración en el marco de la crisis donde, como ocurre en otros ámbitos, hubo distintas visiones. Nosotros reafirmamos la posición que hemos sostenido históricamente. Partimos de un concepto central: estamos de acuerdo con la integración, pero no como un concepto unívoco. Una cosa es la integración de los gobiernos, que muchas veces tienen intereses contradictorios con los de la clase trabajadora y el pueblo, y otra cosa es plantearse la integración desde la perspectiva de los intereses de la clase trabajadora y de los pueblos: son dos cosas distintas. Si la integración es la ampliación del espacio de los negocios de las multinacionales, eso a nosotros no nos interesa, porque esa es una integración para el capital. Nosotros queremos integración social, política, cultural, económica e institucional. Creemos que en A. latina no debe haber más visas, que no debe haber impedimentos para pasar de un país a otros. Porque se da el absurdo que aquí circulan libremente las mercancías, pero no las personas. Según nuestra visión, si no hay unidad de clase y unidad popular en nuestros países, será muy difícil una integración liberadora. Porque la integración debe ser para liberarnos. No es un estadío superior del desarrollo capitalista, sino un instrumento de unidad como lo soñaron Martí, Bolívar o Artigas y San Martín, para liberarnos del imperio.
Esa ha sido nuestra visión, pero hay otros compañeros que tienen un encantamiento con los procesos institucionales que se llevan en sus países. Ante esas posiciones, nuestro criterio es: si hay gobiernos que llevan adelante aspectos progresistas en su política, lo debemos apoyar, impulsar y profundizar, pero no necesariamente los intereses de la clase trabajadora deben ser coincidentes con el de los gobiernos. Y en este sentido, debemos tener independencia de clase y autonomía sindical.
La tercera cuestión que debatimos intensamente es el rol y los modelos de Poder Judicial. Nosotros planteamos: si el PJ es predemocrático, una de nuestras principales tareas es democratizarlo, es decir, encontrar e impulsar mecanismos de participación popular plena sobre todo en la selección y elección de jueces, en el seguimiento de su acción judicial y eventualmente también en el juzgamiento de su conducta. Porque podemos hablar mucho sobre esto, pero la realidad es que tenemos un reservorio autoritario en los Poderes Judiciales que, como son el último reaseguro de las clases dominantes, empiezan a dar la razón a los grandes grupos económicos, o declaran inconstitucionales medidas progresistas, o se defiende a los terratenientes cuando se impulsan procesos de reforma agraria, etc.
Embrionariamente hay cosas en este sentido que se han hecho en Argentina que son interesantes como avances, por ejemplo, que se hayan logrado Consejos de la Magistratura con participación popular y de los trabajadores judiciales. Frente a la estructura monárquica del PJ, esto es un avance, como lo es que hayamos podido impulsar con la movilización procesos de destitución de magistrados como pasó con la Corte Suprema o en la Corte de Neuquén. Es importante que el pueblo empiece a hacer una gimnasia, y que se muestra que la movilización puede lograr éxitos frente al autoritarismo de los Poderes Judiciales. Si nosotros empezamos a discutir cambios en lo económico, en la legislación laboral, en la estructura de la tierra, etc., hay que empezar a discutir también y simultáneamente qué Poder Judicial queremos para la nueva sociedad. Porque es impensable un proceso de trasformación y democratización manteniendo estos Poderes Judiciales.
Este es un debate que excede a los trabajadores judiciales, es debate donde deben participar otros sectores y los trabajadores en su conjunto. Porque cuando los jueces criminalizan la protesta social lo hacen con todos los trabajadores.
Uno de los acuerdos importantes a que arribamos es dar una disputa ideológica en los ámbitos de la educación y formación de quienes van a integrar los Poderes Judiciales. Todos señalamos que las Facultades de Derecho, tanto las estatales como otras que han proliferado, son fábricas de reaccionarios, los educan para que ejerzan desde un formato ideológico que, incluso, están a la derecha de las respectivas constituciones nacionales.
Estos fueron en síntesis los debates que tuvimos y seguimos avanzando. Por ejemplo, decidimos editar una publicación de la Coordinadora, que será bilingüe, portugués-español. Sabemos lo que cuesta ensamblar y articular las actividades en un plano internacional. Y que hayamos decidido ampliar el intercambio informativo y producir en conjunto, que logremos sacar una publicación dos o tres veces al año, que avancemos en la incorporación de otros sectores judiciales de América Latina y el Caribe a la Coordinadora, esos son pasos fructíferos.
También se reunió el Grupo de Trabajo del Encuentro Sindical Nuestra América. Se resolvió hacer el Segundo Encuentro en San Pablo, en septiembre de este año, en coincidencia con la realización del Congreso de la CTB del Brasil. Lo fundamental que se planteó ahí como debate político, más allá de las resoluciones, es consolidar y ampliar este espacio sindical clasista y de izquierda con una perspectiva socialista, y desde esa visión tener una política de confluencia con otros sectores en la confrontación con el neoliberalismo y frenar la ofensiva del capital contra los trabajadores y los pueblos.
Esta ofensiva se ha manifestado en el hecho de que en cuatro meses hay 120.000 puestos de trabajo menos en el Estado de San Pablo, y que gobiernos como el de Brasil y Argentina están subsidiando al capital. Estamos pues en medio de una ofensiva que hasta simbólicamente está respaldada con la presencia en nuestras aguas de la Cuarta Flota de los Estados Unidos.
Por lo tanto, el Grupo de Trabajo se ha planteado la unidad de acción con otros sectores sindicales aunque estén en otras centrales, y convocarlos a librar juntos esa pelea, manteniendo cada uno su espacio propio y nosotros, por supuesto, con nuestra visión clasista y una perspectiva socialista.
Con esta perspectiva planteamos la realización del Segundo Encuentro, más amplio y rico que el realizado en Quito, que ya fue muy positivo. Haremos hasta el 1 de mayo acciones muy fuertes de convocatorias a otras organizaciones sindicales que coincidan en la resistencia a la ofensiva capitalista. Con esta perspectiva de unificar acciones fue la decisión de que la Coordinación del Grupo de Trabajo este a cargo de los compañeros de la PIT-CNT que es una central no alineada en ninguna organización internacional.
Otra definición ha sido impulsar con fuerza la Jornada mundial de lucha del 1 de abril contra la explotación, los despidos y la descarga de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. La idea es que en cada país y de acuerdo a cada realidad se impulsen acciones concretas simultáneas para recuperar la homogeneidad de la clase trabajadora con objetivos comunes.
El 1 de Mayo se hará la nueva reunión del Grupo de Trabajo en La Habana, en ocasión de cumplirse los 70 años de la fundación de la CTC y en el año del 50 aniversario de la Revolución. Allí evaluaremos el proceso de convocatoria y adhesiones al Segundo Encuentro de San Pablo, y las nuevas acciones a escala continental que probablemente se realicen en julio-agosto contra la ofensiva del capital y en respaldo, al mismo tiempo, de los procesos de integración y las políticas progresistas que se llevan adelante en Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros países. Desde nuestro ángulo, lo fundamental de lo sucedido en el Foro Social Mundial ha sido la perspectiva de la unidad política de la clase trabajadora, el dar una pelea planteando una perspectiva socialista. Hemos entendido que desde la clase trabajadora no hay salida a ninguna crisis si no cambiamos el modelo de producción y de distribución de las riquezas.
La FJA impulsará decididamente las acciones del 1 de abril en un marco donde es probable que la CTA a su vez convoque a una Jornada Nacional de protesta contra los despidos, los tarifazos y por una justa distribución de las riquezas. Es decir, existe la posibilidad que coincida la acción global de los trabajadores el 1 de abril con la convocatoria que haga nuestra Central.