Mera Sánchez ha sido uno de aquellos fundadores del sindicalismo en épocas del franquismo. En 1972 fue uno de los siete delegados obreros que dio nacimiento al CIG y desde entonces ha acumulado una vastísima experiencia en luchas gremiales y debates políticos desde el clasismo.
Formado en el marxismo, asume francamente posiciones autocríticas sobre las herramientas comunicacionales aun imperantes en la izquierda y propone colocar en un primer plano la reflexión y la ideología como fundamento de la construcción de una alternativa popular.
Con Manuel Mera Sanchez mantuve una extensa entrevista en la FJA donde el visitante desplegó ampliamente sus concepciones. Comenzó hablando de la crisis en Europa y finalizamos encarando el tema de la comunicación, la reflexión y la política en los sindicatos y partidos. Esta es una parte de esa entrevista y diálogo.
Arturo M. Lozza (AML): ¿Qué opinión te merece el actual momento que vive Europa y su integración?
Manuel Mera Sánchez (MMS): Europa hoy es una construcción del capital donde lo que importa es el mercado y donde los derechos de clase y de los pueblos están totalmente marginados. Europa quiere ser un reflejo de la construcción de Estados Unidos, pero lo intentó hacer en un bosquejo distinto y casi 200 años después. Por lo tanto, Europa es una construcción contra la historia, En un principio nació la integración con una idea legítima que era buscar la unidad entre los pueblos para evitar la reproducción de guerras, pero eso se ha ido desvirtuando a través del tiempo y tanto es así que hoy Europa ni siquiera es un nuevo proyecto ya que en lo fundamental, y exceptuando ciertas contradicciones económicas, es en lo esencial sumisa al imperialismo norteamericano y algunos Estados hasta han enviado tropas para combatir en Irak y Afganistán junto a los norteamericanos. Hay otros gobiernos, como el español, que si bien no envía tropas, participa en la ocupación formando policías u organizando sindicatos sumisos al régimen. Pero más allá de eso, lo cierto es que el modelo de sociedad europeo ha venido retrocediendo y es cada vez más una copia de lo que es Estados Unidos. En muchos casos hay asociaciones de capital entre ambos y en otros casos hay divergencias. Hoy, sin embargo, asistimos a un hecho que debe ser profundizado: hay una recomposición del mundo por distintos motivos. Esa tremenda hegemonía que tiene la globalidad del capital concentrado en lo ideológico, en lo económico y en lo militar, están en crisis, sobre todo en lo militar y en la economía. En lo militar, toda la tecnología avanzada –una supremacía inmensa- no les sirve para ocupar y vencer en Afganistán e Irak. Tampoco pueden solucionar el problema que tienen con Palestina. Y en lo económico, estamos en los inicios de una gran crisis que indica que el modelo está agotándose.
AML: Sin embargo, donde sigue la supremacía aplastante es en el campo ideológico…
MMS: Yo creo que si. Pero si tú quieres volveremos luego a este tema que es fundamental. Yo quería explicarte que la crisis que vive Estados Unidos se está trasladando a Europa. En España hubo en los últimos diez años un desarrollo vertiginoso utilizando la construcción de viviendas como elemento dinamizador de la economía. Pero el crédito se encareció ahora tremendamente, miles de familias quedaron endeudadas y a merced de altísimas tasas de interés que no pueden pagar. Muchos habían comprado viviendas con fines especulativos. Y también grupos capitalistas edificaron hoteles e inmensos edificios destrozando el litoral. Tenemos entonces a millones de personas entrampadas por décadas con la obligación de pagar deudas cada día con tasas más altas de interés. Lo único que les preocupa en el gobierno es cómo quedarán los bancos, pero lo cierto es que el drama lo vivimos a nivel social y se estima que a raíz de la parálisis tendremos este año 800.000 parados. La crisis social le está estallando en las manos.
AML: ¿Es una crisis coyuntural o más profunda?
MMS: Yo estimo que es una crisis del sistema y muy aguda. En los últimos veinte años el neoliberalismo, que aparecía como única forma de crecimiento viable –porque lo demás fue echado al basurero de la historia-, en verdad acentuó las desigualdades sociales y territoriales de una manera alarmante; agotó materias primas, algunas básicas y no renovables como nunca antes en la historia de la humanidad; tenemos problemas climáticos y ambientales a tal extremo que hoy se denuncia que la situación llega a un límite; hay crecimiento irracional de la población y algo muy importante que todos debemos darle la mayor de la importancia: por primera vez la mentira está instalada en la información.
AML: Pero la mentira en la información del poder dominante existió siempre…
MMS: Pero nunca de manera tan metódica, de manera tan perversa y tan amplia como ahora. Esta necesidad de mentir por parte del sistema, también es un indicativo de su debilidad. Hay que mentir porque nunca ha habido tanta desigualdad social. En modelos anteriores, por ejemplo el de la época fordista, la riqueza se desparramaba en sectores mucho más amplios de la sociedad. Hoy la situación está más y más estratificada. Y se desencadenan situaciones caóticas en el terreno social. En Galicia, para darte un caso, tenemos un 12% de parados, pero llegan inmigrantes en un porcentaje similar, el 35% de los trabajadores tienen empleo temporal, cada año se van de Galicia 20.000 personas en forma definitiva, y mueren más habitantes de los que nacen, además se elevaron las exigencias y los ritmos laborales y la mayoría trabaja por encima de las diez horas diarias. Es decir, estamos en sociedades que crecen en apariencia, pero los trabajadores ganan menos. En los últimos cinco años decreció el salario real. Antes, un obrero de la industria tenía un salario que le permitía vivir a él, a su esposa y a dos hijos. Hoy trabaja él, tiene que trabajar ella, no pueden mantener más que a un hijo y no tienen casa. Eso si, tienen teléfono móvil. Hace veinte años una familia de trabajadores salía su fin de semana a comer a la tasca. Hoy no lo puede hacer, queda mirando TV o buscando ver en un ordenador o Internet, si lo tiene, qué maravilloso es el mundo, qué lindos hoteles se han levantado, pero lo cierto es que el capitalismo español, con su explotación, ha obligado a la emigración de cuatro millones de habitantes que han buscado en el exterior mejores condiciones de vida. Se miente, entonces, porque más que nunca antes el sistema debe tapar la realidad.
AML: En este panorama, que no es solo de España, que en muchos sentidos se reitera aquí y en otros países, yo le añadiría un hecho que creo sobresaliente y digno de ser analizado a fondo: segmentos importantes de juventud que viven la realidad del momento atrapados por una mentalidad consumista, alejada totalmente de las tradicional cultura de la rebeldía. En estos casos parecería que la declaración del “fin de las ideologías” ha cobrado su principal víctima.
MMS: Eso es verdad y pasa en todo el mundo. Tiene que ver con la ideología dominante. Pero hay que observar también lo que trascurre por debajo. En la superficie asoma la hegemonía de una cultura, pero ocurren determinados episodios en lo profundo que cortan esos procesos. Nosotros, por ejemplo, nunca tuvimos más conflictos que en este momento en tres de nuestras más grandes empresas. Hace dos años tuvimos una huelga en el metal que duró quince días en la provincia de Pontevedra. Eran unos 20.000 trabajadores, e hicimos asambleas de 10.000 personas. Pues bien, en su mayoría esos huelguistas eran jóvenes menores de 30 años. Casi todos los 6.000 trabajadores de la industria naval de Galicia son jóvenes y con un trabajo muy duro. Quiero decir que hay una juventud que se incorpora a la lucha pero que, a diferencia de anteriores generaciones, luego se desmoviliza. También en la construcción tuvimos una durísima huelga de cuatro o cinco días y te puedo asegurar que la gente espontáneamente tomaba actitudes de violencia, es una violencia que se manifiesta porque, retrocedió su realidad, su entorno. Veo gente muy joven que ha perdido la paciencia, cansada. Ellos creían que iban a trasformar sus vidas con el trabajo y después comprobaron que están en una prisión, que no se les solucionan los problemas, entonces se provocan situaciones de gran desesperación. ¿A qué voy? A que hay cosas que no estamos haciendo bien.
AML: ¿Por ejemplo?
MMS: A nosotros nos falta trabajo ideológico, hace veinte o treinta años los sindicatos y partidos de izquierda eran lugares de debates y de formación. Yo llevo las tareas de formación en la CIG. El año pasado pasaron por nuestros cursos unos 600 compañeros y para este año superaremos los 800 entre militantes y delegados. Pero eso no alcanza. Hay compañeros que creen que las cosas se solucionarán con la formación política y sindical, y eso no es verdad: no hay mejor formación que el debate que se da en la célula del Partido o en las organizaciones básicas del sindicato o de la organización territorial. Allí debería debatirse lo que ocurre en las realidades concretas y en los conflictos concretos de cada sitio, sobre lo práctico de las cosas. Por ejemplo, en la huelga de la construcción debíamos hablar acerca de lo que hicimos bien o mal, cómo actuamos, cómo actuaron los enemigos, con cuántos compañeros hablamos y debatimos. Lamentablemente, no pasa hoy eso, el conflicto se da y cuando llega a su fin, le ponen punto final a la situación. Ocurre esto inclusive en muchos compañeros de trayectoria y antecedentes revolucionarios. Fuera de lo que piensen a nivel personal y lo que dirán en declaraciones a la prensa, ellos en definitiva tienen los mismos vicios que el economicista. Damos por concluido el conflicto. “¿Ganamos? Si.¿Cedió la patronal? Si. Entonces, ya está”. No compañeros, la cosa no es así. Tenemos que relacionar ese conflicto que ganamos con el proyecto estratégico, hay que decirle al compañero que la patronal también aprende de nuestras luchas y que por lo tanto debemos ser creadores de maneras de lucha. Estas cosas que antes eran parte de nuestra praxis cotidiana, hoy no se hace.
AML: Yo creo que está muy bien lo que dices, pero hay que considerar además que existen nuevas realidades que aportan a una labor formativa de una manera diferente.
MMS: Si, por supuesto. Pero yo insisto en algo: o somos capaces de formar a los militantes e, inclusive, a la dirección, en la praxis de la lucha ideológica, o no seremos capaces de cambiar la sociedad. Hay algunos que se creen muy formados, pero no trasforman sus hábitos y sus maneras de proceder. De esa manera no podremos hacer crecer por abajo a nuestras organizaciones sociales y políticas. Los cursos de formación son una contribución, pero nada más que eso.
AML: Creo, en ese mismo sentido, que debemos abordar las nuevas realidades rompiendo rutinas que son perversas. En mi opinión, hay que cambiar concepciones de trabajo porque, si no, la ideología dominante seguirá aplastándonos. Yo estimo –y te pregunto qué opinión tienes al respecto- que hay que pensar que la solución no está en solo tener un órgano de prensa, o una página web, o una radio, sino que cada militante debería trasformarse en un comunicador, un trasmisor de ideología. Y hacerlo con el método más apropiado en cada lugar. Es una pésima praxis copiar o trasladar automáticamente realidades de otro sitio. Cada lugar de trabajo, cada territorio, tiene sus propios hábitos y códigos. Sin saberlos, sin empaparse de ellos, será imposible entablar una construcción política.
MMS: Yo coincido con eso, pero para mi no solo en el lugar de trabajo se construye. La construcción está en la fábrica, la construcción está en la Universidad, en el territorio. La construcción es múltiple. Porque este debate que tenemos en el campo de las ideas se da en todos los terrenos de la sociedad, y en la familia también. La familia es un elemento de socialización básico, la familia puede ser un elemento de opresión, pero también puede ser elemento de socialización. Si uno no socializa en la familia, no socializa en la sociedad. Si no lo hacemos en nuestro entorno más cercano, muy difícil que lo hagamos fuera. Yo coincido totalmente con tu visión, pero tenemos también otras polémicas. Por ejemplo, un compañero me decía que debemos entrar más a la conciencia apoyándonos mucho en lo visual. Pero debemos discutir con los compañeros que la visión de la realidad no se puede reducir al mínimo esfuerzo o a la simple lectura de los titulares por la mañana. Porque una cuestión es la información –que en la mayoría de los casos es distorsionada- y otra cuestión es la reflexión. Y no hay comunicación sin reflexión. La comunicación con reflexión enseña, ayuda a pensar. Debemos darle la mayor importancia a la formación de conciencia, y eso parece que está abandonado. Muchos creen que es simplemente un problema de publicismo, y no es así. La gente piensa, y hay que hacerla pensar. Yo estuve en Argentina en los años 60, y he sido testigo de una experiencia muy rica, he visto el esfuerzo de divulgación social de las ideas más complejas y cómo esa complejidad era expresada de manera entendible y convertida en praxis. Yo no creo en los paternalistas que tratan a los trabajadores como si fueran unos estúpidos. No nos confundamos, si desplegamos el debate la gente es capaz de discernir entre lo bueno y lo malo, y saber lo que tiene qué hacer.
AML: A propósito de la conciencia, hablamos mucho del Che, pero a veces nos olvidamos que una de las cosas que más aportó el Che ha sido el factor conciencia, esa conciencia que se trasforma en ardor revolucionario. Inclusive, de esa concepción surge el término “inteligencia emocional” que es la esencia de la mística de un revolucionario. ¿No te parece que eso está muchas veces ausente hoy?
MMS: Coincido con esa visión: donde no hay corazón, no hay praxis política revolucionaria. Porque la vida no son números. Quien ve a una persona durmiendo en la calle, puede darle o no dinero, pero debe sentir que eso está mal. Si no me duele e indigna, no puedo ser conciente de que debo trasformar esa realidad trágica. Si no hay pasión en eso, no hay pasión revolucionaria. La revolución necesita pasión y atrevimiento.
AML: Atrevimiento no para hacer estupideces o tomar actitudes extravagantes. Atrevimiento o audacia –creo- es transgredir normas rutinarias para aportar a una práctica y a un pensamiento que, desde un ángulo nuevo, creador, contribuya a construir y avanzar.
MMS: El revolucionario es el que debe hacer las trasformaciones sociales necesarias. Uno en la vida no hace lo que quiere sino lo que debe. No estereotipemos a nuestros pensadores, acudamos a ellos, a los argentinos, a los españoles, a los peruanos, a Marx, a Engels, a Mariátegui, a Gramsci, etc., porque cada uno de ellos nos ayudará a no tener un pensamiento esquemático. Un pensamiento, si es esquemático, no es revolucionario.
AML: Siempre repito: lo peor que le puede suceder en los debates, explicaciones o escritos a un revolucionario es caer en síntesis estereotipadas, dichas sin reflexión, sin “cabeza propia”, sin haber asimilado lo distinto que le rodea o sin saber a quién particularmente se está dirigiendo.
MMS: A esos compañeros nosotros los denominamos “revolucionarios conservadores”.
AML: Manuel, comenzaste refiriéndote a la crisis que vive Europa. ¿No crees que esa crisis provoca una revalorización del papel de los trabajadores como sujeto de las trasformaciones?
MMS: Si, creo que se tiende a eso, pero hay que tener cuidado en cómo se presenta el problema. No es que nosotros provoquemos la crisis porque la crisis es buena para la sociedad. No. La crisis la están provocando ellos porque no tienen un modelo que sirva a la sociedad. Y la solución a esta crisis puede darse con una rectificación que haga el capital para seguir viviendo –si es que lo puede hacer- y así encontrarnos dentro de unos años, otra vez, con un modelo fracasado. Es decir, puede ponerle un parche a su crisis. O, por lo contrario, puede haber una salida que favorezca a la humanidad, y ahí la clase trabajadora, aunque no exclusivamente, tiene un papel que cumplir, que lo puede cumplir y, además, lo debe cumplir. Lo que no puede la dirección es quedar paralizada por la crisis. Tenemos una oportunidad histórica para ofrecer nuestro modelo. Hoy no tenemos modelos terminados, pero hay modelos en camino y otros por proponer. Tenemos identidad. Por ejemplo, podemos proponer un modelo donde lo público sea prioritario, no exclusivamente lo estatal, aunque lo estatal tiene fundamental importancia en los sectores estratégicos de la economía. Pero nosotros tenemos un modelo, un camino con identidad. Y eso vale.
AML: ¿Qué crees que ocurrirá con esta crisis del sistema?
MMS: El modelo neoliberal se presentó como único, y avanzó, las mayorías se sumaron al principio a ese modelo. Los más descontentos fueron marginados. Se hizo una alianza entre los sectores acomodados de la clase trabajadora, muchos intelectuales, gran parte de las capas medias y los poderosos. Esa alianza funcionó en los últimos años en casi todo el mundo. Eso está terminado hoy, porque los ricos y poderosos, para salvarse, terminarán mandando a la cuneta a esos otros sectores aliados. La crisis crea esas contradicciones. Yo creo que hoy tenemos la posibilidad de enganchar para el cambio a estos sectores sociales. Primero la gente sufrirá una parálisis porque podrá creer que la crisis es pasajera, que los precios altos del petróleo son algo momentáneo; después se buscará la salida individual, pero por último las grandes masas de la sociedad buscarán salidas reales a sus problemas. Y en ese camino se encontrarán con las salidas que les ofrezca el sistema, que será de más opresión y más de lo mismo, y se encontrarán con la salida que le ofrezcamos desde la izquierda. Les diremos que la gran solución de la humanidad está a la izquierda. Y estamos ante esa gran oportunidad. Por debajo, no por donde dicen los economistas del sistema, los grandes medios de difusión, sino por debajo de eso, en las profundidades, hay una idea que avanza: que este mundo, así como está, no da para más. No da más en lo ecológico, muchísimas personas llegan a la conclusión de que nos gobiernan salvajes. En este caldo de cultivo, la izquierda debe exponer su discurso, su oferta, su propuesta capaz de atraer a grandes sectores sociales. Si tenemos organizaciones formadas, si hacemos un trabajo previo muy fuerte, si trabajamos con ideas claras y puestas de manifiesto, vamos a avanzar. Pero si en este momento nosotros, los sujetos sociales y políticos, nos paralizamos, no podremos ofrecer una alternativa.
AML: ¿Eres optimista?
MMS: Es que yo estimo que el revolucionario, además de realista, debe ser optimista. Optimista pero con reflexión. Veamos. Siempre entendí que las personas que militan en la izquierda deben ser coherentes, audaces y constantes en sus proyectos y principios, pero hace falta más reflexión. No hablamos de coraje, sino de reflexión. Porque si la izquierda no es capaz de superar a la derecha en su capacidad reflexiva, nunca triunfará. El poder económico tiene todas las herramientas, fuerzas represivas, medios de comunicación e instrumentos del Estado. Por lo tanto, la izquierda podrá derrotar a ese poder si es más inteligente, si es más observadora, seductora, disciplinada. La disciplina es una necesidad, pero el principio siempre es el pensamiento. La izquierda puede ganar a la sociedad si tiene reflexión y discurso. Si además de eso, tiene organización, disciplina y unidad, fantástico. Pero no creernos que la reflexión se puede reemplazar con el coraje, la organización y la disciplina. No. La izquierda no puede caer ni en la rutina, ni en el practicismo. Porque eso lo hace mejor la derecha: contrata 5.000 personas y ya, producen rutinariamente lo que le ordenan producir. Es como tú me decías recién, si queremos llegar al conjunto de la sociedad y dar un debate en el campo de las ideas, tenemos que conseguir que cada militante sea un comunicador.
AML: Claro que eso –repito- no puede ser una fórmula estática capaz de ser aplicada de la misma manera en todos los lugares. La práctica de cada debe estar inmersa en la cultura lugar, en los usos y costumbres de ese sitio…
MMS:…e inclusive en los usos y costumbres de cada persona. No todos somos iguales. Y esa desigualdad, si la aprovechamos, nos convierte en una gran maquinaria. Si se tratan de mala manera, las desigualdades pueden ser tremendas, pero bien tratadas son virtudes que multiplican el proyecto de cada organismo básico. En esta época que se habla de pluralismo resulta, en la vida cotidiana, una de las épocas menos plurales que conozco. Porque todos quieren hacer que los demás actúen a su imagen y semejanza. Por eso está todo tan fracturado. Si lo del pluralismo fuera cierto, algo más que un deseo, hubiéramos podido construir grandes organizaciones. Lo cierto, sin embargo, es que hay mucho discurso pluralista con la visión de la burguesía, con pluralismo en el discurso e individualismo por dentro. El pluralismo de la burguesía es un falso pluralismo, no se construye desde lo colectivo sino bajo reglas del individualismo por las cuales hace su discurso y, por otro lo niega, lo niega diciendo que lo de él es lo que vale y lo que dice el otro no vale. Se está entonces siempre en competencia con el compañero de al lado. ¿Cómo podemos construir el pluralismo desde la competencia y sin poner sobre todo al enemigo común? Yo no conozco la manera. Quiere decir que vivimos en una mentira, y eso entró muchas veces en la izquierda donde a veces se agrandan pequeños conflictos hasta convertirlos en cuestiones de ruptura. Y así vivimos, en 43.200 pedazos. Ese hecho tiene el significado de ser un gran triunfo de la ideología dominante. Si no somos capaces de unir esas piezas, es verdad que la profundidad de la crisis llevará a la rebeldía y a la acción de masas en la base, pero si lo que se une desde la base nosotros lo que hacemos es ignorarlo y no ofrecemos direccionalidad a esa acción, estaremos ante nuevas derrotas y sobreviviremos en pequeños grupos. Yo no veo otra solución que unir las experiencias diversas. Porque la hegemonía del capitalismo a nivel ideológico nos barrió. Revertirlo es una lucha en el día a día, con reflexión y la comprensión de los momentos. No pongamos por delante el practicismo. Yo les digo a los compañeros que no nos encierren en las fábricas, si nos encierran nos derrotan, porque nos están encerrando en el economicismo. Han hecho eso en muchos gremios, incluso entre las combativas compañeras de la industria de la conserva.
AML: ¿Y cómo salir de esa fábrica donde te quieren encerrar?
MMS: Pues salir y disputar la política. En estas cosas, Argentina está más avanzada que Europa. Esa ruptura entre lo reivindicativo salarial y la política es en nuestros países casi total. En Europa, por un motivo u otro, nos fuimos alejando de la política. Los trabajadores, sin embargo, debemos ser sujetos activos de la trasformación política, incluso desde las organizaciones sociales. No hay que suplantar a los partidos, pues ellos tienen otro peso, otra misión que cumplir, otro objetivo. Las organizaciones sociales tienen que reivindicar posiciones políticas, pero no por eso suplantar a los partidos. Los intereses de clase tienen que estar reflejados en proyectos políticos. Por eso digo, si nos encierran en la fábrica, el trabajador no participa de la política, no es protagonista. Hay entonces que debatir política en el sindicato, es parte de la lucha de ideas.
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