Bajo la denominación de Encuentro Sindical Nuestra América, la reunión tuvo lugar en la capital ecuatoriana entre el 5 y 7 de mayo, con la presencia de 98 delegados de Argentina, Brasil, Ecuador, Cuba, Venezuela, México, Colombia, Perú, Jamaica, Estados Unidos, Chile, Puerto Rico y Uruguay, a los que se sumaron delegados de Francia y China. En ella, representando a la CTA, participó el miembro de su Mesa Nacional, Víctor Mendibil, y por la Federación Judicial Argentina, Jorge Izquierdo y Rafael Rubio.
El Encuentro Sindical Nuestra América ha sido una iniciativa política y sindical con el objetivo de elevar el nivel de lucha y unidad de los movimientos de trabajadores del continente, en especial de América Latina y el Caribe, a través de la conquista en el terreno de las ideas, de la cultura y de la propia lucha política y social.
“Entendemos –sostiene una de las propuestas del documento final del Encuentro- que es preciso constituir un grupo de trabajo del movimiento de los trabajadores, no restringido al ámbito sindical. El movimiento sindical debe tener un protagonismo garantizado por su organización y vincularse a otros sectores sociales y políticos con el propósito de avanzar en la lucha política, económica, social y en los procesos revolucionarios”.
El documento saluda los nuevos momentos que se viven en América latina, pero advierte que “el proceso de cambios en curso es incipiente e incierto, además de desigual. La derecha –añade- no sufrió una derrota definitiva” y “el imperialismo no murió”.
En este sentido, el Encuentro alertó sobre los peligros de una guerra en nuestro continente. “Los Estados Unidos –agrega la declaración- están buscando un pretexto en América para iniciarla y así borrar todos los progresos que se han conquistado hasta el momento. Los trabajadores –subraya- debemos estar atentos para salir al paso a cualquier intento de agresión contra nuestros procesos emancipatorios”.
Agrega que en tales circunstancias, se acentúa la responsabilidad del movimiento sindical. “Se impone el desafió y el deber de ampliar la movilización y concientización de las masas trabajadoras para luchar, al lado de otras fuerzas progresistas, por dos objetivos interconectados: derrotar la reacción neoliberal e impulsar acciones transformadoras”.
“Concentrando su energía en esta dirección –sostiene el Encuentro- el movimiento sindical podrá superar sus dificultades, recuperar fuerza, ampliar su capacidad de movilización y contribuir de forma decisiva para la afirmación concreta de la centralidad del trabajo y elevación del protagonismo de la clase trabajadora en el destino político de las naciones latinoamericanas”.
Documento completo:
Unir a la clase trabajadora de América y elevar su protagonismo
1- América Latina atraviesa un rico y promisorio momento de transición política, marcado por la ascensión de fuerzas progresistas y antiimperialista a los gobiernos de muchos países, creciente contestación al imperialismo de EUA, fortalecimiento de la democracia y reiteradas derrotas electorales de la derecha neoliberal. Vivimos, en consecuencia, una coyuntura favorable para la lucha de la clase trabajadora, del movimiento sindical y de los pueblos por la soberanía y por transformaciones sociales. Es un ambiente bien distinto del clima hostil que prevaleció durante los años 90 del siglo pasado; en que la hegemonía ideológica y política del neoliberalismo alcanzo el auge, enseguida de la derrota del socialismo en el este europeo, constriñendo a la izquierda y al sindicalismo a la defensiva.
2- En cierto sentido, el escenario político actual puede ser considerado una antítesis de lo anterior. El proyecto de recolonización del ALCA, que fuera lanzada con pompas en la Cumbre de las Américas de Miami en 1994, fue “parado”, el imperio no pudo imponer su proyecto a todo el continente y tuvo que cambiar la táctica promoviendo los TLCs[1]. En contrapartida, los países que rechazaron el ALCA apostaron a la ampliación y fortalecimiento del MERCOSUR y propusieron la creación de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR). El hecho más relevante en términos de integración es la emergencia del ALBA [2] y el TCP[3], como simientes de nuevas formas de relacionarse los gobiernos y los pueblos, basadas en la solidaridad, la cooperación y la complementariedad. Se respira más libremente, los movimientos sociales conquistan mayor espacio y relevancia en la lucha política. Exceptuando a Colombia y Perú presididas por gobiernos títeres al servicio del imperialismo yanqui.
3- Sin embrago, es preciso considerar el hecho de que el proceso de cambios en curso es incipiente e incierto, además de desigual. La derecha no sufrió una derrota definitiva. El imperialismo no murió, a pesar de los reveses políticos (y militares, en el caso de Irak y Afganistán), de la descomposición del patrón dólar, de las crisis y de la franca decadencia de la economía norteamericana.
4- Acontecimientos recientes, como la violación del territorio ecuatoriano por parte de Colombia y las iniciativas separatistas en Bolivia, entre otros, indican que las fuerzas reaccionarias buscan crear condiciones para lanzar una contra ofensiva, contra la lucha de clase en toda la región. El neoliberalismo no fue abolido, monopoliza los medios masivos de comunicación y ejerce fuerte influencia sobre las políticas económicas. En cierta medida, la filosofía que orientó la propuesta del ALCA continua siendo implementada a través de los TLCs (inclusive con la Unión Europea), de las privatizaciones y liberalización del cambio y de los flujos de inversión, entre otras formas. La posibilidad de retroceso no desapareció. Al perder espacio en el terreno político, el imperialismo estadounidense contraataca fomentando la corrida armamentista y provocaciones de todo tipo con el objetivo de sembrar la guerra y multiplicar los conflictos entre los países de la región.
5- La guerra es un instrumento utilizado por el imperio para solucionar o atenuar sus crisis económicas, está claro que los Estados Unidos están buscando un pretexto en América para iniciarla y así borrar todos los progresos que se han conquistado hasta el momento. Los trabajadores debemos estar atentos para salir al paso a cualquier intento de agresión contra nuestros procesos emancipatorios.
6- En tales circunstancias, acentúa la responsabilidad del movimiento sindical. Se impone el desafió y el deber de ampliar la movilización y concientización de las masas trabajadoras para luchar, al lado de otras fuerzas progresistas, por dos objetivos interconectados: derrotar la reacción neoliberal e impulsar acciones transformadoras. Concentrando su energía en esta dirección el movimiento sindical podrá superar sus dificultades, recuperar fuerza, ampliar su capacidad de movilización y contribuir de forma decisiva para la afirmación concreta de la centralidad del trabajo y elevación del protagonismo de la clase trabajadora en el destino político de las naciones latinoamericanas.
7- Seguir este camino no es tan fácil como puede parecer a primera vista, exigirá mucha determinación e iniciativa, así como conciencia y espíritu clasista. El sindicalismo fue duramente golpeado por el neoliberalismo y la llamada reestructuración productiva en casi todo el mundo, debilitado por el avance del desempleo y la creciente informalidad y precariedad de las relaciones entre capital y trabajo, así como por el enfriamiento de la perspectiva socialista tras la caída del Muro de Berlín.
8- La clase trabajadora también se resiente de la ofensiva emprendida por el capital, se encuentra más fragmentada, dividida y vulnerable al asedio ideológico de las empresas capitalistas, operado a través de diversos medios, la mayoría de las veces con el respaldo de quienes promueven la colaboración y conciliación de clases. Los paradigmas de competitividad e individualismo del capitalismo fueron fuertemente difundidos y criaron raíces, abatiendo el espíritu de solidaridad clasista y fomentando la división y el conformismo. Esto constituye una seria dificultad, objetiva y subjetiva al mismo tiempo, que el movimiento sindical tendrá que enfrentar y suplantar.
9- La lucha en el plano ideológico, por la conquista de los corazones y mentes de la clase trabajadora y elevación de la conciencia social, ganó notoria relevancia. Cabe destacar el papel deplorable que los medios masivos de comunicación capitalista vienen cumpliendo en la guerra de ideas en defensa del orden imperialista neoliberal dictado por EUA, distorsionando hechos, diseminando mentiras y promoviendo un verdadero terrorismo mediático con el propósito mal enmascarado de difamar y desacreditar las fuerzas progresistas y las ideas de cambio. La batalla por la democratización de los medios de comunicación esta a la orden del día y el movimiento sindical no puede estar ajeno a esta lucha.
10- Los rumbos que orientan los procesos integracionistas en la región, marcados por la nuevas condiciones creadas por los gobiernos y las fuerzas que se oponen al unilateralismo estadounidense, demandan una mayor comprensión política e ideológica de la necesidad de contar cada vez más con el factor social en todo esfuerzo integrador.
11- En este sentido es que; decenas de organizaciones sindicales de la región decidieron convocar al Encuentro Sindical Nuestra América. Se trata de una iniciativa política y sindical con el objetivo de elevar el nivel de lucha y unidad de los movimientos de trabajadores del continente, en especial de América Latina y el Caribe, a través de la conquista en el terreno de las ideas, de la cultura y de la propia lucha política y social. Estamos convencidos de que el primer paso para alcanzar el objetivo de elevar el protagonismo de la clase trabajadora en la lucha política en curso en América Latina debe ser en el sentido de unificar no sólo al movimiento sindical, sino al conjunto de movimientos sociales, elaborando plataformas y agendas de movilización y lucha comunes en el ámbito de cada país y en un plano regional más amplio.
12- Proponemos la construcción de un espacio político donde los trabajadores y trabajadoras de todas las naciones latinoamericanas puedan debatir los temas relevantes de nuestra época y viabilizar acciones conjuntas contra el orden neoliberal imperialista y en defensa de los intereses mayoritarios de los pueblos que habitan en la región. Entendemos que es preciso constituir un grupo de trabajo del movimiento de los trabajadores, no restringido al ámbito sindical. El movimiento sindical debe tener un protagonismo garantizado por su organización y vincularse a otros sectores sociales y políticos con el propósito de avanzar en la lucha política, económica, social y en los procesos revolucionarios. Hoy, numerosas redes y campañas se esfuerzan por impulsar acciones de resistencia y enfrentamientos frente a diversas expresiones de las actuales políticas neoliberales, en las cuales los trabajadores en general desempeñan un protagonismo de perfil limitado, cuando en verdad pueden y deben jugar un papel mucha más activo.
13- Defendemos un espacio común para la acción y articulación unitaria de todos, de manera no excluyente, con todos los actores sociales con intereses comunes a los de la clase trabajadora. Queremos la unidad de acción, lo que presupone la construcción de una plataforma única, visando la politización de los movimientos sociales para hacer frente a los actuales desafíos que emergen actualmente en América Latina e impulsar el movimiento social, dirigido a la emancipación de la clase trabajadora y demás sectores explotados y excluidos de la sociedad.
14- La unidad se dará en la lucha en defensa de los intereses de la clase trabajadora y de los sectores populares contra el imperialismo y la globalización neoliberal, que dejó como saldo el desempleo en masa, devaluación de los salarios, incremento de la discriminación y flexibilización o disminución de derechos. En respuesta a la globalización neoliberal, vamos asfaltar el camino para la globalización de las luchas, la integración y la unidad de la clase trabajadora en América Latina para actuar con fuerza y otorgar un carácter social más progresista al proceso de integración de los países de la región.
15- La reacción de la derecha neoliberal y del imperialismo a los cambios estimula la lucha de clases en defensa de los intereses populares y de la soberanía nacional. Coloca a la orden del día la solidaridad activa con los gobiernos revolucionarios y progresistas, que han sido blanco de una feroz ofensiva liderada por EUA, con chantajes, provocaciones de toda índole, mentiras difundidas por los medios de comunicación capitalistas y variadas iniciativas objetivando su desestabilización. Cabe destacar la histórica resistencia de Cuba, la osadía de la revolución bolivariana, la valiente determinación de Ecuador y de Bolivia, de enfrentar la contra ofensiva de la derecha y persistir en una orientación progresista. Brasil con una orientación democrática y progresista, ha contribuido a alterar la correlación de fuerzas en la región. El sindicalismo latinoamericano, en amplia alianza con los movimientos sociales y otras fuerzas, no puede titubear en defender las conquistas y los gobiernos democráticos, progresistas y revolucionarios.
16- El neoliberalismo ha significado un extraordinario retroceso de las relaciones sociales, aumentando sobremanera la taza de explotación de la fuerza de trabajo, sobretodo de los estratos más discriminados: las mujeres, los negros, los inmigrantes, los indios, los jóvenes. Es preciso luchar para revertir este cuadro luchando contra las privatizaciones, revalorizando los salarios y rescatando a los sectores sociales excluidos, combatiendo la tercerización, la precariedad de los contratos y la discriminación, impidiendo la flexibilización de los derechos, reduciendo la jornada de trabajo y ampliando los derechos laborales. En este marco se impone luchar por mejorar la asignación de recursos en los presupuestos nacionales, destinando mayores montos a las inversiones en obras públicas y gastos sociales, haciendo de éste un instrumento contra la exclusión, la marginación y la pobreza extrema.
17- Estamos convencidos de que los rumbos de la historia en América Latina, donde gana nitidez el impasse entre: la sombra de la opresión imperialista y la luz de un futuro soberano y socialista, van a depender del protagonismo de la clase trabajadora en las grandes luchas políticas que ya están en curso. El sindicalismo comprometido con el progreso social tiene que jugar un importante papel en la definición de nuestro destino común, si es capaz de superar el economicismo y elevar el nivel de sus movilizaciones y batallas al plano político.
Carta de Quito, 7 de mayo de 2008
[1] Tratados de Libre Comercio - TLCs [2] Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - ALBA [3] Tratado de Comercio de los Pueblos -TCP