Invitado por la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas de Argentina (FISyP), el mexicano Gustavo Iruegas Evaristo realizó este abril una visita de dos días a la Argentina, que se inició con una reunión con la Comisión Directiva en la CTA, seguida de un encuentro en la Federación Judicial Argentina, estuvo luego en el Barrio Monteagudo del Movimiento Territorial Liberación (MTL-CTA) y culminó con un almuerzo en la Cámara de Diputados de la Nación, luego de un encuentro con intelectuales y una conferencia en la Facultad de Ciencias Sociales.
Iruegas es una personalidad del mundo diplomático con casi cuarenta años en el servicio exterior. Actualmente es canciller de Andrés Manuel López Obrador, candidato de la Coalición Por el Bien de Todos, considerado el Presidente Legítimo elegido por el pueblo en los comicios del 2 de julio de 2006 en México, pero al que se le negó el ejercicio con un fraude que Iruegas ha venido a denunciar a la vez que conectarse con las organizaciones populares de Argentina para informar sobre la situación en su país y presentarnos un film documental –“Fraude, México 2006”- realizado por Luis Mandoqui, afamado cineasta director, entre otras, del film “21 gramos”.
El diplomático, dirigente político e intelectual visitante nos explicó que tras el fraude, que motivó en su momento masivas movilizaciones de repudio, continúa la desobediencia civil y resistencia pacífica.
Existe en realidad una especie de “gobierno en las sombras”, con su gabinete de ministros y una amplia base popular. Están en la tarea de construcción de poder popular y en este sentido México ha incorporado en el panorama latinoamericano una nueva experiencia que Iruegas nos explica así:
-¿Cómo se puede interpretar la característica de este gobierno Legítimo que, sin embargo, no gobierna México?
Es un gobierno que no tiene capacidad de gestión, tiene capacidad de operación en función a la tarea inmediata que es restituir a la voluntad popular su capacidad de decisión, la de hacer Presidente a Andrés Manuel López Obrador, derecho que fue robado por una oligarquía extranjerizante que está ahora en México. Esta situación hace que nosotros tengamos ahora expectativas más importantes, no buscamos solamente la Presidencia, nuestra meta final es la refundación de la República, hacer una nueva Constitución y, a partir de bases éticas, encarar la construcción de una nueva vinculación en la sociedad mexicana. Este fraude electoral, en realidad ha sido un Golpe de Estado. Y no es una exageración, tiene todas las características de un golpe de Estado, es un acto del poder que utilizó las instituciones nacionales para defender intereses privilegiados en contra de los intereses populares. Ahora estamos organizando el poder popular necesario para enfrentarlo al poder institucional vigente y a la vez defender nuestro petróleo. En México el petróleo es el último reducto del patrimonio nacional porque lo demás lo han malbaratado o malhabido estos oligarcas extranjerizantes que hay en Mexico. Si se entrega el petróleo no solo habremos entregado la riqueza, sino también las expectativas de desarrollo nacional.
-Atrás de este golpe de Estado institucional, como Vd. lo denuncia, ¿cree que hay intereses petroleros multinacionales?
Sin duda, desde que el neoliberalismo llegó a México empezaron a desmontar lo que había construido la Revolución Mexicana en términos de patrimonio nacional. El petróleo ahora está en la mira de intereses extranjeros. En 1983 empezó este proceso, los industriales se convirtieron en comerciantes que empezaron a importar lo que antes fabricaban, los más grandes y poderosos se aliaron a empresas extranjeras y luego juntos, con la complicidad de los políticos neoliberales, fueron apoderándose de los ferrocarriles, la banca, los servicios y otros elementos del patrimonio nacional que fueron cedidos al extranjero de manera desventajosa para la Nación.
Con las elecciones de 2006 se ha expresado un auge de la resistencia a este modelo. ¿Cuáles son los pasos del campo popular después del fraude?
La primera mitad de 2006 fue de campaña electoral, la segunda fue de defensa del voto, y a partir de 2007 lo que hacemos es organizar el poder popular para enfrentar a los poderes institucionales viciados por el régimen y usados para el golpe de Estado.
-¿Qué experiencia están haciendo en México en la construcción de ese poder popular?
Nosotros construimos de una manera muy directa y simple. En primer lugar, digamos que se trata de un movimiento popular, no están incluidos partidos o sindicatos, muchos de ellos carcomidos por la corrupción, iniciamos para eso un proceso que llamamos de credencialización, es decir, otorgar a quién lo busca el carnet de resistente. Tenemos un movimiento de resistencia pacífica, y estos resistentes firman un compromiso de oposición y lucha contra las políticas neoliberales y a favor de la democracia, la justicia y la soberanía. Tenemos más de dos millones de adherentes pero queremos más. El nuestro es un movimiento de pobres, por lo tanto, no tiene recursos. Es un movimiento sin intermediarios entre los resistentes y el Presidente Legítimo López Obrador. No utilizamos estructuras propias de partidos ni permitimos que dirigentes políticos o sindicales aporten militantes. La decisión de incorporarse a la resistencia es personal y el concepto que tenemos es territorial, es ciudadano y en pleno crecimiento. Ahora bien, la defensa del petróleo se ha organizado de manera distinta, con la incorporación de partidos, sindicatos y otras organizaciones, porque se trata de un tema unificador.
-¿Qué reflexión le merecen estos pasos de construcción en México, con los nuevos tiempos que viven los pueblos de América latina?
En muchas ocasiones de nuestra historia, las cosas van ocurriendo simultáneamente, aunque en cada uno de los países se concretan como si fueran únicas. Pero vemos, por ejemplo, que el tema petrolero está vigente en todos los pueblos, está en la misma sintonía con lo que defendemos en México, aunque a veces estén en diferentes niveles de confrontación. Hoy, en América latina, están ocurriendo fenómenos sociales y políticos coincidentes, y eso es un dato importante a tener en cuenta. Nuestra resistencia encaja en esta realidad. En alguna época México era el país progresista, ahora quien lo gobierna es el más derechista. Es lamentable, esta gente no tiene conciencia de su mexicanidad, mas bien prefieren deshacerse de ella cuanto antes porque eso también les permite deshacerse del patrimonio nacional sin problemas de conciencia. Ellos están más vinculados a los intereses de las grandes empresas trasnacionales que a México y su destino.