Sin embargo, los datos publicados por el Ministerio de Economía revelan un crecimiento importante de las importaciones argentinas en los últimos años, con una evolución desde los 38.786 millones de dólares (m.d.) en 2009, a 56.501 m.d. en 2010, y 73.922 m.d. en 2011.
La denuncia existe pese a este importante crecimiento de las importaciones y al déficit comercial bilateral entre nuestro país y EE.UU. que durante el año pasado superó los 3.500 millones de dólares. Por el contrario, con la Unión Europea el superávit comercial alcanzó 2.147 millones, si bien en diciembre pasado se reconoce un déficit de 148 millones.
En rigor, la denuncia se presenta por las restricciones impulsadas por la Secretaría de Comercio en los últimos meses, las que apuntan a sostener el superávit comercial declinante en los últimos años. Los registros indican una reducción del saldo favorable del comercio exterior argentino desde los 16.886 m.d en 2009, a 11.632 m.d. en 2010 y de 8.034 m.d. en 2011.
Con lo cual, crecen las importaciones, pero también las exportaciones, que pasaron de 55.672 m.d. en 2009, a 68.134 m.d. en 2010 y a 81.956 m.d. en 2011.
La cuestión asume importancia pues el superávit comercial es el principal medio que tiene el país para hacerse de divisas ante las dificultades para endeudarse o ser destino de las inversiones externas.
¿Para qué se necesitan las divisas? Principalmente para hacer frente a los compromisos de pagos, especialmente la gravosa deuda pública. El giro normal del comercio internacional, con las tendencias declinantes del saldo favorable hace imposible el cumplimiento regular de las cancelaciones de deuda.
La defensa oficial
El gobierno acusa a los denunciantes de pretender trasladar al país la crisis de sus economías nacionales, efecto directo de la crisis mundial del capitalismo.
Recordemos en ese sentido la reciente declaración de la recesión española, con amenaza de constituirse en europea, y con clara desaceleración de la economía en el conjunto de los países capitalistas desarrollados.
Un argumento adicional a favor del razonamiento oficial es que otros socios importantes del comercio exterior de Argentina, especialmente China, Brasil y buena parte de la región nuestramericana no suscribieron la denuncia.
Hay que reconocer que estos países también protestan ante las restricciones impuestas a las importaciones, aunque esos reclamos se realizan en el marco de la negociación política, sin denuncia explícita en foros globales, porque aún con límites a la venta de su producción, mantienen un saldo superavitario en el comercio bilateral con la Argentina.
Durante el 2011 y según informaciones del Ministerio de Economía, el déficit comercial local con China y con Brasil alcanzó los 4.550 millones de dólares para cada país.
El problema pasa por la inserción internacional
La esencia del tema es el condicionante de la deuda externa pública y la subordinación del comercio internacional al orden mundial capitalista (en crisis) y al modelo productivo hegemónico.
Argentina se está transformando en plataforma industrial exportadora de ensamblado, junto a la provisión internacional de productos primarios y algo de manufacturas de origen agropecuario.
Si las exportaciones industriales suman el 35% del total, las ventas restantes al exterior, del orden del 65% son productos primarios con o sin elaboración, más combustibles y electricidad; mientras que del lado de las importaciones se destaca la compra de bienes de capital y sus accesorios representando el 40% del total, a lo que debemos sumar bienes intermediarios por 29%, imprescindibles para el proceso productivo local, ascendiendo así al 69% de las compras externas, lo que define la dependencia productiva del país.
La Argentina es dependiente en el comercio internacional, no solo por el tipo de producción que genera, sino por la escasa incidencia del país en la fijación de los precios internacionales de la intermediación comercial.
El mecanismo de competitividad está dado por la dotación de recursos naturales y la baratura de la fuerza de trabajo con relación a salarios pagados en el capitalismo desarrollado.
Aparece entonces la necesidad de discutir la inserción internacional de la Argentina, no solo por lo que se vende y se compra, sino reconsiderando con qué países se realiza el intercambio.
Es una discusión de inserción internacional, incluso en la coyuntura, pensando en cuáles son los países que denuncian a la Argentina y cuáles los que discuten políticamente las políticas nacionales. Pensar más allá de la coyuntura
Quizá se requiera ir más allá de un “pensamiento nacional”, para considerar la pertenencia “nuestramericana” de la Argentina, y organizar la producción local articuladamente con la región y el sur del mundo.
Ello supone ir más allá del orden capitalista, al tiempo que se discute y construye otro orden productivo local, regional y mundial.
Julio Gambina
Director Académico del Centro de Estudios de la Federación Judicial Argentina (CEFJA) y Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas (FISyP)