Creemos sinceramente que la cosa así no funciona en la realidad. Lo que afirmamos no es arbitrario y sólo basta con hacerse unas pocas preguntas.

Si los derechos humanos son aquellos de carácter inalienable que hacen al derecho a la vida, a la libertad, a la educación y la cultura, al medio ambiente sano, etc, etc, ¿por qué se contamina “legalmente” al medio ambiente?; ¿por qué no es prioritario acabar con la pobreza y una de sus peores consecuencias, el hambre?; ¿por qué se reprime a quienes defienden sus derechos ancestrales para beneficio del capital sojero o minero?; ¿por qué se silencian las acciones represivas contra quienes reclaman por tierra para viviendas y trabajo con su secuela de muertos y heridos?; ¿por qué se permite la disminución relativa de los presupuestos en salud pública?; ¿por qué se denuncia al “terrorismo internacional” de Al Qaeda pero nada se dice del terrorismo que desde hace más de un siglo practican los EEUU y sus aliados de la OTAN?; ¿por qué se acepta que los bombardeos contra el pueblo libio como antes contra los de Irak y Afganistán son “humanitarios”?; ¿por qué se calla la presencia de bases norteamericanas en Latinoamérica?; ¿por qué se envía al Congreso un proyecto de ley para endurecer la deplorable Ley antiterrorista aprobada en 2007?; ¿por qué se criminaliza la protesta social con arbitrarios procesos penales contra luchadores populares? Podríamos seguir.

La lista es inmensa como así también las contradicciones de los “progresistas” que al parecer no reparan en estas cuestiones. Defender los derechos humanos no es simplemente impulsar “suavemente” los procesos derivados de la represión entre 1976 y 1983 y a sus ejecutores materiales. También hay que investigar a fondo la responsabilidad del sector empresario que en gran número hoy es aliado del Gobierno. Lo mismo podemos decir de las terribles violaciones ocurridas antes del Golpe (Triple A, CNU, Juventud Sindical Peronista).

Y por supuesto las violaciones durante el período constitucional a través del “gatillo fácil”, el hacinamiento en las cárceles, las desapariciones de Julio López, Luciano Arruga, la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001, entre otros.

Los derechos humanos se pelean todos los días y en todos los órdenes de la vida y son una construcción colectiva al igual que la democracia. Los gobernantes tienen la obligación de definir las políticas que hagan realidad su vigencia.

Por tal motivo le decimos a los asumidos el 10 de diciembre: Señores reparen qué día es hoy, honren al pueblo argentino y a los 30.000 detenidos desaparecidos que dieron la vida para construir un mundo justo, solidario, democrático y en paz.

Están a tiempo.

Hugo Blasco. Secretario de DD.HH. de la CTA Nacional y Secretario General de la Asociación Judicial Bonaerense (AJB)