En esas expresiones, Goane también se quejó del atraso en las causas (del Poder Judicial cuya Corte integra hace muchos años), y demostrando una gran ignorancia sobre el trabajo tribunalicio, declaró que no entiende cómo puede haber tal atraso cuando “la máquina vomita miles de resoluciones en cuestión de minutos”.
Está claro que este juez desconoce que las resoluciones salen rápidamente de una impresora porque antes hubo una persona (generalmente un empleado o empleada) que estudió el expediente, lo analizó y elaboró la resolución.
Pero lo más grave de las declaraciones de este juez es que responsabiliza a las mujeres judiciales por la jornada de seis horas, una conquista que no es sólo de los empleados del Poder Judicial, sino de los trabajadores y trabajadoras estatales, de Argentina y del mundo.
Ignora Goane que las mujeres trabajadoras nunca tenemos la “tarde libre” pues al llegar a nuestros hogares (si es que no tenemos otro trabajo u otra actividad social, gremial o política), nos esperan las otras jornadas que una sociedad patriarcal nos atribuyó desde hace siglos: las tareas domésticas, el cuidado de nuestros hijos, etc.
Y por último, habría que recordarle a Goane que la jornada laboral de seis horas en el Poder Judicial fue fijada hace muchísimos años por la Corte Suprema de Justicia de la Nación y por los Tribunales Superiores y Cortes provinciales, en una época en que las mujeres no éramos juezas ni integrábamos esos Altos Tribunales, como afortunadamente hoy, gracias a la lucha inclaudicable de todos y todas los que defendemos la igualdad de género, estamos ocupando.
¡FUERA LOS JUECES MISOGINOS DEL PODER JUDICIAL!