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Pregón Judicial 76
EN LA NOTA “GATO CON LIEBRE” JOSÉ NATANSON NOS METE EL PERRO
Por Víctor Mendibil. Secretario General de la FJA. Desde una supuesta postura progresista y, en todo caso, proclive al actual Gobierno Nacional presidido por Cristina Kirchner, el periodista José Natanson escribe una editorial en el periódico Le Monde Diplomatique de abril, titulada Gato con Liebre, en la que nos mete el perro.

En efecto, el mencionado periodista pretende dictar cátedra sobre historia sindical, modelo sindical y realidad actual del movimiento sindical a pesar de su escaso sino nulo conocimiento sobre el tema. Pero, eso sí, pretendiendo que sabe y tratando de hacernos creer que sabe, es decir, metiéndonos el perro. Veamos:

1. En primer lugar, lo que nos asombra de la nota de Natanson es cómo pretende hacer un análisis desde un supuesto progresismo con categorías y marcos teóricos típicos del neoliberalismo. “Quizás alguna vez hayan existido, pero hoy –Argentina, 2011–, dice el periodista, las clases sociales son más un mito urbano que una realidad.” ¿No suena a los dichos del viejo Alzogaray y su hija, o a los de Marianito Grondona, Domingo Cavallo o, allende las fronteras, al Fracis Fukuyama del fin de la historia?

Este punto de partida reaccionario de la nota de Natanson desnuda de entrada el enfoque que va a desarrollar y que trataremos de explicar y refutar aquí, en breves palabras.

No hay que ser necesariamente marxista ni de izquierda para reconocer la existencia de la lucha de clases en nuestro país (y en el mundo, claro). Es más, es imposible analizar cada uno de los hechos de la vida cotidiana de los argentinos sin recurrir a esa realidad.

Sin ir más lejos, la puja redistributiva, aquella de la que tanto habló y habla el gobierno, la inflación galopante –de la que no habla el gobierno–, la lucha de los sin tierra y de los sin techo, los constantes conflictos gremiales por mejoras en las condiciones de trabajo y del salario, entre tantos ejemplos, no son otra cosa que una manifestción de esa lucha de clases que Natanson no ve o no quiere ver.

Lógico: sin lucha de clases, incluso, no puede lograrse ninguna transferencia de ingresos de un sector a otro, porque, sencillamente, nadie ni mucho menos los detentadores del poder económico ceden graciosamente sus ganancias.

Lo acotado de nuestra reseña nos impone sintetizar pero, es obligado decir que hay lucha de clases, además, en las enormes movilizaciones contrarias a la extracción minera a cielo abierto, en las luchas de los pueblos originarios por recuperar tierras y derechos que le han sido arrebatados por terratenientes y la oligarquía agro industrial, la vigencia del 82 por ciento móvil para todos los jubilados, la reversión de las privatizaciones, los tercerizados, los docentes de Santa Cruz, los judiciales de la Pcia. de Buenos Aires, los médicos de la CICOP, los tareferos de Misiones, los camioneros, los petroleros, etc., etc., etc.

Es lamentable que un periodista, que dirige un periódico de la importancia de Le Monde Diplomatique, no vea esta realidad. Porque ya no se trata de manejar o no categorías teóricas de las ciencias sociales, sino tener la mirada despejada para ver los hechos que lo rodean y que como profesional de la comunicación debiera mirar de frente y sin prejuicios.

Pero, no nos engañemos. No es falta de categorías teóricas lo que aqueja a Natanson. Por el contrario, lo que lo aqueja es un rebrote nostálgico de neoliberalismo y el mismo lo confiesa cuando en su negación de las clases sociales y de la lucha de clases cita en su respaldo el pensamiento líquido de Zygmunt Bauman, cuya filosofía post moderna sirvió para arremeter contra nuestras sociedades latinoamericanas por lo menos en los últimos tres o cuatro decenios. Nos preguntamos, Natanson: ¿sabrá Ignacio Ramonet, el periodista que acuñó el término de pensamiento único, que usted se inspira nada menos que en el post modernismo?

2. En segundo lugar, y sin perjuicio de lo antedicho, no dejamos de reconocer los cambios estructurales y sociales producidos durantes los últimos decenios que apunta Natanson para decir que el papel de la clase obrera está demodé. Por ejemplo, en cuanto a la dimensión y composición de la clase obrera entre otras cuestiones, como producto de las reformas estructurales del neoliberalismo y una serie de políticas, hay un cambio que en algunos casos refiere a una disminución cuantitativa de los trabajadores. Estas políticas neoliberales tuvieron, por supuesto, el objetivo expreso reducir la importancia de la clase obrera y sobre todo lograr su desarticulación social y política. Sin embargo, a pesar de los golpes recibidos, el papel de los trabajadores en pos de un sistema social y político verdaderamente justo, democrático y equitativo, sigue siendo esencial y no existe ningún otro sector social más poderoso para promover ese cambio. ¿O acaso Natanson piensa que los cambios estructurales elevaron a los grupos más concentrados de la economía y al poder político más reaccionario a la calidad de sujetos de construcción de un nuevo futuro para los argentinos?

Nosotros no estamos de espaldas a esos cambios sociales y económicos. Pero los indicadores que revela Natanson en su nota, sobre la baja sindicalización, entre otros, tienen que se analizados de una perspectiva seria y eso es lo que hicimos y venimos haciendo desde la CTA desde hace más de dos décadas.

Es innegable que la reestructuración neoliberal, que se sumó a la crisis económica que ya se venía soportando desde la crisis del petróleo en los setenta, afectó la dimensión cuantitativa de los trabajadores y acrecentó la cantidad de trabajadores en negro así como la parte de la población que fue arrojada al cuentapropismo y, peor aún, a la marginación más absoluta.

Es innegable que el sindicalismo burocrático y empresario contribuyó también a esa merma. Ese sindicalismo no necesita de la masa de trabajadores porque atienden un negocio, no un sindicato. Son factores de poder de un sistema capitalista, no de un movimiento contrahegemónico para la construcción de un nuevo poder.

Esos datos de deterioro del movimiento sindical hicieron –en su momento y entre otros factores– que la CTA se planteara un nuevo modelo sindical, que tuviera en cuenta esas circunstancias esas circunstancias de cambios estructurales del país y la clase obrera. Porque es indudable que la relación entre situación de empleo y representación sindical existe y que lo uno condiciona lo otro.

La relación entre mundo del trabajo y modelo sindical siempre existió. Para referirnos solo a uno de los tantos momentos históricos por los que atravesó esa relación, digamos que el modelo que emergió en la década del 40 tenía que ver con esa realidad. Esa realidad cambió y debió cambiar también el modelo; por lo menos, debió cambiar en la medida que intentara representar legítimamente los intereses de los trabajadores.

Es el cambio del mundo del trabajo lo que planteó, en nosotros, la necesidad de construir un nuevo sujeto sindical que empezamos a plasmar con la CTA.

Precisamente, porque no se podía desconocer esa relación (que aumentó la cantidad de trabajadores en negro, que incrementó la cantidad de trabajadores “cuentapropistas”, que marginó a millones) es que consagramos, entre otras modalidades, la afiliación directa de los trabajadores, la elección directa de todos sus dirigentes, la incorporación de movimientos territoriales y otras tantas formas de organización. Esas formas de organización de nuestra central fueron las respuestas más adecuadas a esa compleja realidad.

Es decir, tomamos en cuenta esa nueva realidad no para decir que no se puede luchar, sino para luchar.

Mientras tanto, el sindicalismo burocrático y conciliador agrupado en la CGT no solo avaló el proceso de privatizaciones, la reestructuración neoliberal de la economía, la profundización de la destrucción de la industria a favor de procesos de concentración, sino que se desinteresó por el fenómeno de la disminución de los trabajadores sindicalizados, a favor de negocios, a favor de trasformarse en empresarios y sacar sus ganancias de esa defección a la clase trabajadora.

De algún modo, ese modelo sindical de la CGT también es una adaptación a la nueva realidad que estamos comentando. La diferencia es que es una adaptación para salvarse como casta burocrática y conciliadora, que no solo acepta el statu quo neoliberal en perjuicio del pueblo, sino que le saca provecho a ese modelo para sus negocios privados.

3. La CTA, en cambio, nació para otra cosa. Nació para instaurar una representación que dignifique a los trabajadores, que lo haga sobre la base de la más profunda y auténtica libertad sindical, y que defienda sus derechos a través de todos los modos legítimos a nuestro alcance. Una CTA combativa, democrática y clasista.

Y si se comparan los años de historia de la CGT y la mucha más breve historia de la CTA no se puede concluir que es poco lo que se ha logrado. Pero, por supuesto, no estamos satisfechos. Y no desconocemos las dificultades que enfrentamos desde allí para aumentar nuestra representación e incluso para impulsar una acción política que dispute poder en la Argentina. Sin embargo, poco informado, Natanson desconoce lo mucho que hicimos y venimos haciendo. O mira para otro lado.

Uno de los grandes obstáculos que se opusieron al crecimiento de la CTA ha sido, en los últimos tiempos, el gobierno de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández. Tal como lo sostuvo recientemente el periodista Alvaro Abos: “La CTA ha ido creciendo a pesar de que el gobierno de los Kierchner, que en el 2003 les prometió personería gremial, (es decir paridad de acción con la CGT), les ha cerrado el camino des que ese gobierno optó por aliarse con la CGT”. Una nueva instancia de ese obstáculo oficial ha sido la reciente intromisión gubernamental en los procesos internos de la Central.

Otro de los grandes obstáculos son, por supuesto, las patronales que, mientras facilitan el funcionamiento de gremios burocráticos y pro patronales, persiguen y reprimen a los verdaderamente clasistas que impulsan el nuevo modelo sindical.

Así y todo, hoy en la CTA tenemos una amplia fuerza organizada. Ejemplo: AAPM (ASOC.PROP.MEDICA), CONADU HISTORICA, ANTA (ASOC. NAC. TRAB. AUTOGESTIONADOS), APDFA (ASOC.PERS. DE FERROCARRILES ARG.), UTPBA (UNION TRAB. PRENSA DE BS.AS.), AAA (ASOC.ARG. DE ACTORES), SICA (SIND.IND. CINEMATOGRAFICA ARG.), CEPETEL (SIND. TRAB. TECNOLOGIAS INFORMACION Y COMUNICACIÓN), APA (ASOC. PERS. AERONAUTICO), NOS (NUEVA ORG. SIND. GASTRONOMICA), LUZ Y FUERZA MAR DEL PLATA, UPJ (UNION PERS. JERARQ. BCO. PCIA.), UCRA (UNION CONDUCT. REP. ARG.), UALA (PILOTOS AUSTRAL), SUTNA (NEUMATICOS), SEJANA (NEUMATICOS), UOM (METALURGICOS VILLA CONSTITUCION), SOEA (AZUCAREROS JUJUY), FETERA (ENERGIA), MOI (OCUPANTES E INQUILINOS), MTL, MESA COORDINADORA DE JUBILADOS, SOERM (OBREROS DEL MAIZ), APSADES (SALUD), ATC (TAXISTAS), y mas de ciento cincuenta (150) organizaciones de trabajadores privados junto a los sindicatos que representan a trabajadores del estado nacional, provincial y municipal.

En consecuencia, la CTA implantó un modelo sindical absolutamente novedoso en la Argentina, profundamente democrático, a contrapelo de medios de comunicación que adoptan el estilo y la línea de Le Monde Diplomatique, del los poderes de turnos que nos niegan los derechos sindicales y la libertad sindical –el actual gobierno entre otros, a despecho de lo dictaminado por la Organización Internacional del Trabajo-, la burocracia sindical que nos combate por todos los medios (muchas veces ilegales, patoteriles y violentos). A pesar de ellos, y a pesar también de un genocidio que eliminó a la mayor parte de los mejor de nuestra militancia combativa y clasista, la CTA estuvo al frente de la Marcha Federal, de la Marcha Grande, del Frente de lucha contra la pobreza (FRENAPO), iniciativas de enorme trascendencia que condujeron a la rebelión popular del 2001 y que abrieron perspectivas aún mayores de lucha para la recuperación de nuestros derechos, como se pudo ver en las contra cumbres y en el No al ALCA, así como los debates sobre el Nuevo Pensamiento, presentar al juez Garzón mas de 8000 casos de delegados y obreros detenidos desaparecidos, la lista de centros clandestinos en las empresas multinacionales, entre otros, confrontación desde su puesta en marcha con el sistema privado de jubilaciones AFJP y también de las ART.

4. En cuanto a la representación política de la clase trabajadora, es decir, en relación a las instancias partidarias que representen los intereses de los sectores laborales y populares, prácticamente desde su nacimiento la CTA postuló su creación y hoy tiene numerosas expresiones, en especial a través de la Constituyente Social. Nuestra concepción sobre tal representación es muy diferente a la de la CGT que se la pide al gobierno o al Partido Justicialista. Nosotros la construimos desde la independencia de clase, desde la independencia del poder económico y político, como una organización autónoma. Nos falta mucho todavía. Pero, si su información periodística es buena, sabrá que ya hay muchos que están preocupados por nuestra ascendencia y crecimiento y por las posibilidades de disputa de poder concreto.

Es un largo camino. En realidad, es tan largo como el que hay que recorrer para alcanzar una Argentina verdaderamente democrática, justa, equitativa, solidaria, pacífica, independiente y soberana. Esa Argentina no se logra sin los trabajadores organizados democráticamente, sobre la base de un nuevo modelo, que le de sustancialidad de derechos vigentes al futuro país.

En alguna parte del informe especial de Le Monde Diplomatíque se explica los supuestos “motivos de un fracaso” para referirse al papel jugado por el movimiento sindical, como si fuera lo mismo la CGT que la CTA. Distingamos, Natanson.

En cierto sentido, la CGT de Moyano o la de Barrionuevo, Pedraza, Zanola, Venegas, y tantos otros no fracasó. Es parte funcional de un modelo que gobierna. Eso sí, difícilmente se pueda decir que lo hace a favor de los trabajadores. La CTA no gobierna, pero no consideramos tampoco que haya fracasado. Como quedó dicho de una vez y para siempre en la vida política de los argentinos, la única lucha que se pierde es la que se abandona.

Nosotros no abandonamos ni pensamos hacerlo. Por eso estamos obligados a contestarle. Para que usted ni nadie nos meta el perro.

Buenos Aires, 12 de mayo de 2011

Víctor Mendibil

Secretario General

Federación Judicial Argentina (FJA-CTA)

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