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Pregón Judicial 76
Cincuentenario de la AJB - EL ÁRBOL FUE PLANTADO Y ESTA VIVO SIN PERMISO DEL VIRREY.
Por Antonio Cortina. Fundar un verdadero sindicato judicial viable en 1960 requería una buena dosis de optimismo y de voluntad de remar contra la corriente.

Fundar un verdadero sindicato judicial viable en 1960 requería una buena dosis de optimismo y de voluntad de remar contra la corriente. El diagnóstico de la correlación de fuerzas en juego presentaba varios elementos de alta negatividad: un gobierno nacional tambaleante por las repetidas asonadas militares que amenazaban la precaria primavera democrática abierta en mayo del 1958, claudicante ante los poderes externos y aliado al peor sindicalismo; un poder judicial más conservador y paternalista aún que el actual; la palabra sindicato como disparador de prejuicios gorilas en la clase media que nutre la casi totalidad de las filas judiciales.

Por el contrario, actuaban como factores favorables a la sindicalización las movidas en tal sentido de grandes sectores de empleados públicos, como los docentes, la preexistencia desde muchos años antes de asociaciones con fines filo gremiales en varios departamentos judiciales más antiguos, que en algún momento actuaron coordinadamente y, cursando ya 1959, el surgimiento en La Plata de una asociación de judiciales de neto perfil sindical.

Pero el detonante que rompió el equilibrio de esos factores contrapuestos fue, una vez mas, la Necesidad, creada por la caída del nivel de vida de los judiciales, especialmente, a partir de 1956, desde que Alsogaray y los militares nos introdujeron en el F.M.I., pendiente que, llegando a 1960, también había deglutido a las jubilaciones y no cesaba de inclinarse, nuevamente de la mano del Ingeniero Álvaro “Invierno”.

Entonces los judiciales hicimos la lógica: en 1959 nos juntamos en múltiples asambleas masivas, que maduraron la confianza, las ideas solidarias. Las medidas de acción directa apropiadas para la época agregaron el entusiasmo que sigue a los triunfos de las reivindicaciones colectivas sentidas.

En ese terreno abonado germinó la semilla de la AJB , que muchos compañeros judiciales plantaron deponiendo banderías ante el mandato de unidad forjado en la lucha.

El árbol vio la luz el 3 de junio de 1960, pero no fue sindicato cabal sino cinco años después. Guardando con respeto las enormes distancias, los judiciales bonaerenses seguimos el curso de acción elegido en la Revolución de Mayo: ellos con su máscara del Rey Fernando y nosotros con una pantalla de simple asociación civil tras la cual apenas se ocultaba el sindicato, para no herir las susceptibilidades de muchos compañeros no ganados por este formato. En verdad, fue una transacción legítima más para facilitar el alumbramiento, pero que no podía engañar sino a los muy inocentes que no leyeran el Estatuto. Además, la AJB nació dando pelea y no muchos días después ya estaba reclamando aumento salarial y decretando el “trabajo a código” prolongado, actos impensables para una asociación civil.

Después vino lo más importante: sostener al gremio, hacerlo crecer en nuestra conciencia y en la estructura necesaria para que fuera una herramienta apropiada y a prueba de circunstancias que sabíamos serian adversas para nosotros y para todo el pueblo, aunque no en la dimensión de genocidio que nos fue impuesta.

No fue fácil. Nunca fue fácil en el país hacer sindicalismo luchador, democrático e independiente pero no sectario, que es la impronta de la AJB que impusimos y seguimos sosteniendo los compañeros judiciales. Por eso pasaron 25 años antes que nos reconocieran la absurda “personería gremial”, tal como les ocurrió a nuestras organizaciones superiores, la FJA la esperó 17 años y a la CTA se la sigue negando luego de casi 20 años de intensa vida. Todo esto en un país cuya Constitución Nacional ordena al Estado y, en consecuencia, a todos los gobiernos y jueces, que no obstruyan la libertad sindical de los gremios “simplemente inscriptos en un registro especial”, que no incurran en la práctica desleal de negar a los gremios los derechos a los convenios colectivos de trabajo, a la conciliación, el arbitraje y la huelga y atropellar las garantías de los representantes sindicales.

Así viene a resultar que el enorme y multifacético crecimiento de nuestra AJB tuvo como obstáculo principal a nuestra patronal-autoridad, manipulada por gobiernos civiles o militares y por jueces, dispuestos a negar o menoscabar nuestros derechos sindicales, violando la legalidad más elemental.

Sin embargo aquí estamos, con todas nuestras banderas desplegadas.

Antonio Cortina Co-Fundador de la AJB y Asesor Legal de la FJA-CTA.

* Basado en el título y la letra de la canción de Damián J. Sánchez y Helena Siro

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