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Pregón Judicial 76
¿Por qué no se resuelve la identidad de los jóvenes Noble Herrera?
Por Irina Santesteban, Secretaria General de AGEPJ, el gremio de los trabajadores del Poder Judicial de Córdoba, filial de la FJA-CTA .

La Justicia argentina lleva más de ocho años sin resolver la identidad de los dos hijos adoptados de Ernestina Herrera de Noble, propietaria del multimedios Clarín.

El artículo 7 de la Convención de los Derechos del Niño, que en nuestro país tiene rango constitucional, establece que todo niño tiene derecho "a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos". Y el artículo 8 establece que "Los Estados partes se comprometen a respetar el derecho del niño a preservar su identidad, incluidos la nacionalidad, nombre y relaciones familiares de conformidad con la ley sin injerencias ilícitas". En la segunda parte de este artículo se prescribe que "cuando un niño sea privado ilegalmente de alguno de sus elementos de su identidad o de todos ellos, los Estados partes deberán prestar asistencia y protección apropiadas con miras a restablecer rápidamente su identidad".

A pesar de haber sido criados en una familia perteneciente al riñón del poder económico y mediático, los niños adoptivos de la señora Ernestina Herrera de Noble, hoy jóvenes casi adultos, no han logrado que ningún poder en la Argentina les restablezca el primero de los derechos que la Convención reconoce a todos los niños del mundo: su identidad. Si nos atenemos a la lentitud con que avanza (o retrocede) esta causa en el Poder Judicial, pareciera que ese derecho no va a ser nunca reconocido por el Estado argentino, que asumió compromisos al suscribir la Convención.

Grondona dixit

Para el periodista Mariano Grondona, ideólogo de golpes de Estado militares y ferviente defensor del Proceso de Reorganización Nacional (nombre con el que la dictadura militar videlista intentaba legitimarse), el derecho a la identidad no sería "absoluto". Para este abogado, que gusta mostrarse como un estudioso del derecho y que suele amenizar sus intervenciones televisivas con nombres en latín, que una Convención suscripta por todos los países del mundo, haya reconocido como el más importante de los derechos de los niños, luego del derecho a la vida, el de la identidad, no tendría mayor relevancia.

Para Grondona, si una persona "no quiere" saber de dónde vino, hay que respetarla y que siga creyendo en su identidad falsa. Por pensar distinto, el periodista rosarino Luis Novaresio fue excluido del programa de televisión conducido por Grondona, al atreverse a decir que no sólo había que tener en cuenta la voluntad de los jóvenes involucrados, sino también la de sus familiares biológicos, como los abuelos, a quienes no les queda mucho tiempo de espera para que se resuelva finalmente la identidad de sus nietos apropiados.

Sin embargo y mal que le pese a Grondona y a otros que piensan como él, la ley de adopción en nuestro país fue modificada hace ya varios años y hoy los padres que adoptan a un niño están obligados a contarle sobre su verdadero origen. Desde los 18 años, el joven puede tener acceso al expediente de su adopción, y el juez debe facilitarle el acceso a todos los datos para que pueda reencontrarse con su familia biológica, si ésa es su voluntad.

Sospechas fundadas

Pero parece que estas leyes, tan naturales y sencillas, que están plasmadas en instrumentos tanto internacionales como de nuestro país, no son aplicables para todos. Por lo menos, no para los hijos adoptivos de la señora de Noble. De otra forma no se explica por qué a ocho años de tramitada una causa judicial donde está comprobado que esos jóvenes fueron adoptados, por lo menos y para ser benévolos, de manera irregular, no se han efectuado los análisis de ADN para comprobar o descartar que Felipe y Marcela son hijos de desaparecidos.

Es que a esta altura de la causa, y luego de tantas idas y vueltas y tantas negativas a realizarse los análisis que disiparían todas las dudas sobre la identidad de esos jóvenes, la mayoría de la gente bienintencionada piensa que es bastante obvio que Felipe y Marcela son hijos de desaparecidos. De otra manera, ¿por qué no se revela la identidad de sus madres biológicas, tal como el CEO de Clarín, Héctor Magneto le dijo hace unos años a Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo? ¿Por qué el "gran diario argentino" no publica una línea sobre ese caso, que involucra nada menos que a dos jóvenes que podrían ser víctimas de uno de los delitos más aberrantes que cometieron los responsables del terrorismo de Estado en Argentina?

Negativa inexplicable

Según un sabio dicho popular, se puede engañar durante algún tiempo a mucha o poca gente, pero no se puede engañar todo el tiempo a toda la gente, pues en algún momento la verdad saldrá a la luz, más tarde o más temprano. Y a eso apuestan las Abuelas de Plaza de Mayo, aunque ellas ya no tienen el tiempo para esperar meses y meses, para que los responsables del robo de bebés durante la dictadura y sus cómplices, sean citados por la Justicia y sus hijos apropiados deban realizarse los análisis de ADN para comprobar su verdadera identidad.

Y al caso de los hijos de la señora de Noble no le queda mucho tiempo. En algún momento los análisis deberán ser realizados en el Banco Nacional de Datos Genéticos del Hospital Durand, para que la seriedad de sus conclusiones revele fehacientemente si sus padres biológicos fueron desaparecidos durante la dictadura militar. Por algo es que los abogados de los Noble Herrera insisten en que el análisis de ADN se haga en el Cuerpo Médico Forense, que no tiene instalaciones para realizarlo sino que terceriza a laboratorios privados, con lo que se compromete bastante la seriedad y transparencia de ese análisis.

Dilación incomprensible

Hoy se realiza en la Cámara Nacional de Casación Penal la audiencia para resolver la apelación presentada por los jóvenes Noble Herrera, oponiéndose al pedido de las Abuelas de Plaza de Mayo, de que las muestras de sangre se cotejen con las de todas las familias de niños desaparecidos que se encuentran en el Banco Nacional de Datos Genéticos y no sólo con la de dos familias, como pide la señora Herrera de Noble. ¿Qué pasaría si los análisis de sangre revelan lo que la mayor parte de la sociedad sospecha y Felipe y Marcela son hijos de desaparecidos? ¿Qué explicación dará Ernestina Herrera de Noble y el diario Clarín? ¿Acusarán al gobierno nacional de una nueva "campaña contra la prensa libre"?

Por la verdad histórica y el derecho de toda persona a conocer sus orígenes, así como el de las Abuelas que hace más de 34 años que buscan a sus nietos nacidos en cautiverio, sería bueno que la Justicia resuelva con celeridad esta causa que lleva más de ocho años de incomprensible dilación.

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